Tu Apariencia ¿te condiciona?
- Pilar Muñoz
- 13 dic 2021
- 3 Min. de lectura
Estamos entrando en temporada de verano. Muchxs pueden decir que es una época del año óptima para salir y encontrarse con otras personas ya que el calor suele relacionarse con un mejor estado anímico y predisposición para con lxs otrxs. Pero esto no es una regla válida para todo el mundo.

Para muchas otras personas, el verano se relaciona con esa época del año en que suelen sentirse más expuestas, sobre todo, físicamente. Naturalmente, con el calor nos mostramos más, pero a esto se suman las modas que se imponen y que son pensadas para un tipo de cuerpo particular; que los encuentros empiezan a ser alrededor de una pileta o río y el atuendo es la malla.
Esta exposición, aunque a veces no lo parezca, es considerada una tortura para mucha gente, al punto de muchas veces privarse las reuniones sociales para no ser vistxs.
Existe una gran cantidad de condicionamientos respecto al cuerpo: cuánto debe pesar y medir, cuáles deben ser las proporciones, el color de la piel, para nombrar solo algunos. Todo esto basado en supuestos modelos que no lo son tanto.
Un modelo es un patrón, una guía, algo que se puede repetir pero, siendo sincerxs, el modelo de cuerpos, hoy por hoy, es cualquier cosa menos un patrón. Es una excepción, o en todo caso, es UN tipo de modelo entre otros.
Un modelo es algo que se puede modelar, es decir, que otras personas podrían copiar. Esto resulta imposible y descabellado teniendo en cuenta las diferencias abismales que pueden llegar a existir entre la genética y su expresión, de una persona a otra.
El CREER que hay que ser de una determinada manera para ser aceptable genera emociones absolutamente displacenteras en quienes no dan con la talla del modelo.
Pasando esta época en que los encuentros suelen reunirnos alrededor de una mesa no es raro escuchar comentarios como “si hubiera comido menos no estaría así”, “no puedo porque quiero llegar al verano”, “tendría que coserme la boca”, etc.
Así, la reunión y la comida están rodeadas de culpa, privación, castigos y estrés.
Lo que suele pasar es que el cuerpo se pone como el foco de un malestar mucho más amplio relacionado con la autovaloración.
La relación con el cuerpo nos espeja algo mucho más allá del físico en sí: falta de aceptación, de autoestima, una minimización constante en la comparación con otrxs, la creencia (falsa) de que “lxs otrxs están bien y yo estoy mal”, la idea de que vamos a quedar expuestxs y, por eso, excluídxs, que un detalle puede hacer de nosotrxs algo mejor o peor y la lista puede seguir.
Este tipo de creencias facilita el surgimiento de COMPORTAMIENTOS como el auto aislamiento, estar pendiente de la figura y la vestimenta, la compulsividad en la actividad física, modificaciones en los hábitos de ingesta que, en el peor de los casos, pueden llevar a trastornos alimenticios que, a su vez, llevan a EMOCIONES como ansiedad y depresión, reforzando el círculo vicioso de los comportamientos.
Todo esto es tierra fértil de un enorme malestar. Obviamente no todas las personas tienen conductas dañinas para con su salud, pero no llegar al límite no quiere decir que se encuentren en un lugar confortable respecto a sí mismxs.
Es importantísimo trabajar con nuestro sistema de creencias acerca de esto. Es necesario hacer el cambio de chip entre la creencia de que hay un modelo a seguir más que el que cada unx puede aspirar teniendo en cuenta sus propias características y guiadxs, NO por la apariencia, sino por la salud.
No quiero caer en opuestos “flaquitx triste o gorditx y feliz”. Las emociones no responden exclusivamente a la apariencia, sino que se relacionan con un bienestar en la salud, en los vínculos y en la autovaloración y autopercepción. La realidad es que a veces creemos que alcanzar cierta figura (así como alcanzar cierto nivel económico) nos va a hacer más felices, y muchas veces esto no pasa. Pero cuando sí sucede, no tiene tanto que ver con la apariencia, sino con el camino recorrido hasta ahí que pudo implicar actividad física, comida saludable, desafíos personales, etc., todas cosas que mejoran significativamente nuestro estado interno y nos hacen sentir más satisfechxs con la vida a nivel general.
Queda mucho por aprender en este sentido, pero lo más importante que podemos hacer es priorizar nuestra salud. Cuando estamos saludables cuerpo y mente funcionan mejor y no es raro que al hacer cosas por nuestro bienestar, eso impacte directamente en la apariencia física y la percepción que de ella tenemos nosotrxs y los demás.
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Nos leemos en la próxima!
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