SOSTENER HÁBITOS. Hablemos de Premios y Castigos.

Premios y castigos se relacionan con aquellas cosas que nos generan emociones agradables y desagradables respectivamente, independientemente del “qué”. Buscamos alcanzar los primeros y evitar los segundos.

El elemento (cosas, palabras, gestos) relacionado al premio o al castigo, en muchos casos es neutral, pero se configura como uno u otro dependiendo de las emociones con las que se asocie y dependerá de qué se considere agradable o desagradable / positivo o negativo en nuestro entorno, principalmente cuando somos niñxs, pero también más adelante.

El premio de unx puede ser el castigo de otrx y esa variación puede tener que ver con la cultura, la edad, el tipo de familia, etc.

Ejemplifiquemos. Si de chiquitx retarte iba de la mano de hacer la tarea, entonces la tarea se convertía en un castigo. Las emociones aparejadas suelen ser el enojo, la frustración y la vergüenza y acarrean desgano y falta de motivación. Esta actividad suele no ser vista como premio, pero indudablemente, si la tarea se asociaba a un momento de juego o de compartir con nuestrx cuidador, se convertía en fuente de emociones mucho más agradables.

Una conocida una vez me contó que cuando sus padres la retaban, el castigo era NO hacer la tarea. En ese caso puntual, podríamos decir que hacerla se convirtió en una especie de premio, simplemente por la asociación de lo contrario con algo malo.

Otro ejemplo típico es el de la comida. De grandes nos vemos en la constante dificultad de comer sano. Para algunxs como parte integral del trabajo de una concepción estética, para otrxs por salud. Y si tenemos el objetivo claro ¿Por qué es taaaaaan difícil a veces elegir la manzana en lugar del chocolate? ¿Por qué nos cuesta tanto medir las cantidades? ¿Por qué nos cuesta tanto incorporar cosas nuevas a nuestro repertorio culinario habitual?

Esa respuesta la podemos encontrar en las cosas que mamamos de niños en casa, en el cole, en nuestros grupos de amigxs, en los programas que veíamos en la tele, la información que nos llegaba y nos llega hoy por diferentes medios, etc.

La comida chatarra es vista como un premio. Eso podemos verlo incluso en lo que decidimos consumir cuando estamos de festejo. ¿O concebimos un cumpleaños tomando agua? Y si alguien lo hace empiezan a aparecer los comentarios al estilo “qué aburridx!” o “¿estás enfermx?”.

A veces pienso en que debería haber una investigación en la cual se premie con frutas y se castigue con hamburguesas, solo por la curiosidad de saber qué pasa. Sería un estudio de ética cuestionable pero dejo abierta la pregunta a la imaginación de cada unx de ustedes.

¿Qué te daban tus cuidadorxes cuando te portabas bien? ¿Qué te decían? ¿Qué actividades hacían? ¿Cómo era su tono al hablarte?

Hay muchas cosas que pueden convertirse en premios o castigos según su uso y asociaciones. A veces es muy explícito y otras veces más sutil, pero casi siempre dejan huella.

Algo que de por sí sea más fácil de asociar al término castigo puede ser también demonizado al punto de parecer muy desagradable, como ir al dentista. Nos cavamos nuestra propia fosa cuando castigamos con algo que es necesario, como por ejemplo esto, o ir al médico, ponerse inyecciones, ir a la escuela, estudiar, comer sano, etc.

No es de extrañar que nos cueste sostener hábitos beneficiosos porque muchos de ellos están asociados a algo negativo.

Lo que más quiero resaltar es que una vez que somos mayores o salimos del entorno que proponía determinada creencia, rara vez damos lugar al cuestionamiento y establecimiento de nuevas reglas. Seguimos sosteniendo y reproduciendo lo que interiorizamos en la práctica y en el diálogo interno.

Por eso mi objetivo con esta perorata es generar preguntas. Mejor dicho, que vos te generes las preguntas. Me importa más eso, que las respuestas que puedas obtener. La pregunta tiene un gran potencial que es la de abrirnos la mente a otras posibilidades.

Si te dejé pensando un poquito en tu historia, el objetivo está cumplido.

Gracias por leerme!