top of page

MENOS ES MÁS: MINIMALISMO PARA LA VIDA DIARIA

No te equivocaste… no estás en una página de decoración ni en una revista del hogar. Nos estamos “robando” este concepto del campo de la arquitectura y lo estamos llevando al de la psicología.


El minimalismo es una filosofía, un estilo de vida que tiene como idea central que menos es más. Esto se refiere a reducir los elementos a lo esencial.


Hoy en día este concepto me está cerrando por todos lados! Hace pocas semanas fui mamá y uno de mis “menos es más” es hacer menos actividades de la casa o laborales de manera tal de aprovechar más el tiempo con mi familia y para descansar; o tener pocas cosas de las miles que vienen para recién nacidos, en pos de ganar espacio y comodidad dentro de mi casa. Pero antes de estos tiempos, ya abrazaba esta idea desde otros lugares: tener menos ropa pero de calidad, priorizar mis vínculos más valiosos por sobre los que no me suman, de tal manera de gastar menos energía en ellos y poder dedicarla a los que realmente valen, gastar menos en pavadas y tener más disponibilidad económica para no dudar en hacer esos gastos grandes pero que realmente mejoran mi calidad de vida, entre otras cosas.


En el caso de la arquitectura el minimalismo se percibe en una reducción del “ruido” visual a través de despojarse de las cosas que no tienen una utilidad o un sentido de estar ahí. Cuando estamos inmersos en todo ese ruido nos preocupamos por muchas cosas, nos lleva más tiempo limpiar, ordenar, organizar o hacer una mudanza. Con más cosas, viene aparejada una mayor responsabilidad, y una necesidad mayor de tiempo y energía para dedicarles.


¿Está mal tener o querer tener cosas? ¡Para nada! Pero sería buenísimo aprender a seleccionar de nuestro entorno aquellas cosas de las que realmente disfrutamos y nos suman. Aquellas que, al hacer el balance, nos hagan ganar más de lo que perdemos.


También podemos aprender a ser más conscientes de lo que realmente necesitamos. Vivimos en un mundo cada vez más consumista en casi todos los sentidos! Consumimos cosas materiales, noticias, conocimientos, chismes (información en general), actividades, experiencias, emociones, dinero, estatus, seguidores en redes sociales, etc. Pero pareciera que nada es suficiente. Siempre queremos más… El eterno inconformismo!


Compramos bienes pero también ideales de cómo debería ser nuestra vida, nosotros, nuestra pareja, nuestra familia, etc., y nos sobre-exigimos tratando de llegar a eso en vano, ya que muchas veces (la mayoría según mi experiencia) lo que buscamos no es algo que se pueda comprar o adquirir en el afuera, sino algo que está dentro de nosotros.


Mucho de este consumismo pasa por la creencia de que “si soy de tal manera o tengo tal cosa seré más valiosx, podré pertenecer a cierto grupo, me aceptarán en tal contexto, me sentiré feliz”, etc. Y puede que por un tiempo surja efecto! Pero después nos damos cuenta que la valía personal, la pertenencia, la aceptación y la felicidad provienen más que nada de una fuente interna. Sí, se nutren de lo que pasa afuera, pero si sólo se buscan ahí, nunca se encuentran. Son como el conejo que corre tras la zanahoria y nunca la alcanza pero sigue corriendo. Mientras más la busca, más se aleja.


Muchxs de nosotrxs crecimos con la idea de que más es mejor que menos. Pero en ocasiones es incluso mucho peor.


¿Cuántas personas tienen muchxs amigxs a costa de volverse sumisas y agradadoras dejando sus propios deseos y opiniones a un lado? ¿Cuántas tienen tantas cosas que trabajan mayormente para poder mantener todo eso? ¿Cuántas personas se obsesionan con el dinero y viven como máquinas que fabrican papelitos o ceros en el banco, sin tiempo para nada ni nadie más? Cuando estos estilos de vida se vuelven agotadores y difíciles de mantener, es hora de hacer algunos cambios.


Estos cambios no necesitan urgencia pero sí presencia, amor propio y un buen auto-registro. Hacer todo de golpe es más de lo mismo y no es sostenible en el tiempo. Y si no se puede sostener es como la casa del primer chanchito: se derrumbaría al primer soplido.


Todos en algún momento hicimos el intento de cambiar algo rotundamente de la noche a la mañana. Simplemente recordá cuánto te duró y/o hacé el balance costos-beneficios. Si el resultado te hace sentir abatidx, te recomendaría cambiar de estrategia.


Vayamos un poquito para adentro: si tu mente fuese un espacio más en tu casa ¿qué aspecto te gustaría que tenga? Y ahora la pregunta del millón… ¿qué aspecto tiene hoy? En esas dos imágenes mentales radica gran parte de la información que te ayudará a orientar tus futuras acciones para empezar a acercarte a esa imagen que te da paz, tranquilidad y felicidad.


Quizá esa habitación esté llena de cosas bellas, pero todas amontonadas y no se pueden disfrutar, o para llegar a una hay que sacar un montón de cosas que la tapan, o no recordás cosas que están ahí porque de tanto bulto ni las ves. Imaginemos una casa con un bello adorno en un estante. Ahora imaginemos la misma casa llena de adornitos que no dejan ni ver la superficie de estantes, mesas y mesitas. No importa cuán bonitos sean esos adornos. Nunca se van a apreciar, y por el contrario, el espacio parecerá cargado y no se disfrutará pasar el tiempo ahí.


Me pasó un montón de veces, y seguro a muchxs de lxs que están leyendo esto también, encontrar ropa en el fondo de un cajón con la etiqueta puesta! Precisamente el desorden y la acumulación fueron impedimentos para ver lo que había más allá.


Recuerdo una época en mi vida que me costaba mucho decir que no por pensar que eso haría que me dejen de querer. Me pasaba que los fines de semana se me acumulaban todos los planes y era incapaz de elegir entre unos y otros. Casi siempre hacía todo y terminaba el fin de semana sumamente cansada, enojada conmigo misma por no haberme puesto un freno, por no haber priorizado otras tareas más importantes u otras personas que hacía mucho no veía, ni a mí misma. Pero cada una de esas salidas individualmente había sido hermosa! Lo que empañaba esa hermosura era andar a las corridas no estando realmente presente por vivir pendiente de la hora, el gasto inmenso de plata y sobre todo, el cansancio y el gasto energético de estar siempre “pum para arriba”.


Como siempre digo, las elecciones serían muy fáciles si pasaran por bueno-malo, lindo-feo, saludable-perjudicial. La dificultad en las elecciones pasa cuando dos opciones son elegibles, cuando ambas tienen pros y contras. Entonces nos vemos en la necesidad de elegir entre una buena opción y otra buena opción. Entonces lo importante será tener un buen registro interno, no de la opción en sí misma, sino de cómo nos sentiríamos tomando una decisión o la otra. Muchas de las decisiones de qué queda en nuestra vida y qué se va, son de este tipo, y por eso quienes sienten más dificultades a la hora de hacer elecciones, tienden a acumular con tal de no decidir. Conservan todo bajo la falsa premisa de que más es mejor.


Lo que vengo a proponer entonces, es la idea de que una vida simple, es una vida más fácil de disfrutar. Quien sienta que algo de lo que acaba de leer le mueve algo adentro, puede empezar incorporando algunos pequeños cambios y viendo cómo se sienten en su interior, qué emociones y qué pensamientos despiertan. De repente priorizar uno o dos planes el finde (versus todo lo que aparezca), hacer espacio en nuestro hogar, etc.


El minimalismo puede ser llevado a cualquier aspecto de la vida y de distintos modos. No hay uno que sea el correcto o el mejor para todo el mundo. Por eso, a ser conscientes y dar lugar a que aparezcan las emociones y nos guíen en esta exploración.


Gracias por compartir un ratito conmigo.


Pili.





Comments


© 2020 Pilar Muñoz, Lic. en Psicología created by Wix.com

bottom of page