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No Se Lo Que Quiero, Pero Lo Quiero Ya!

Si hay una frase que podría caracterizar los tiempos que vivimos, sería esta. Vivimos apuradxs corriendo detrás del reloj, como el conejo blanco de Alicia que llega tarde a ningún lado y a ningún tiempo.


Queremos tener todo ya, resolver todo ya, saber ahora lo que va a suceder mañana o en un mes o en un año, etc. Básicamente, tener todo controlado. Pero como en gran parte de las situaciones no tenemos disponibles las herramientas que necesitaremos a futuro, eso nos genera mucha ansiedad.


Usualmente nuestros estados de miedo y ansiedad (que no es más que miedo al futuro y a la incertidumbre que representa), resultan de la resta entre los recursos necesarios para enfrentar una situación y los recursos disponibles. Mientras más recursos necesite pero menos tenga en el presente, mayor será la intensidad de las emociones.


Pero a decir verdad, esta percepción de la falta de herramientas, suele ser una ilusión, ya que entre este presente y ese futuro imaginado, es esperable que las herramientas aparezcan o las vayamos construyendo y/o fortaleciendo.


Suelo dar a mis pacientes este ejemplo: supongamos que tenemos que rendir un exámen en un mes y estamos empezando a estudiar. Si desde ahora, momento en que estamos empezando el proceso, pensamos en lo que necesitamos saber para el momento del examen, es probable que nos inunden la ansiedad, la angustia y los nervios. Hay una disparidad entre lo que tenemos y lo que necesitamos, que es demasiado grande. Pero si pensamos que en este mes vamos a ir sumando los conocimientos necesarios para ese momento, relativizamos esas emociones.


Basta con ser conscientes de que lo que estamos haciendo hoy, nos lleva a otra cosa mañana y pasado, y que así vamos construyendo las herramientas hasta llegar a ser esa versión futura de nosotrxs mismxs que necesitaremos en ese momento. Pero es una versión FUTURA. No estamos ahí ahora.


Vivir con la mente en el futuro nos lleva también a distorsionar la realidad y hacer anticipaciones en post de intentar controlar el devenir del tiempo. Esto nos resta energía física y psíquica y mucho pero mucho tiempo, tiempo presente, ese que es de calidad y que después no se recupera.


También nos dificulta esperar, tener paciencia, escuchar y conectarnos con otrxs con atención y empatía cayendo en la ironía de preocuparnos exageradamente por un futuro que no existe, perdiendo el presente, que es lo único a lo que realmente podemos acceder.


Pensar y preocuparnos permanentemente en el futuro no nos convierte en personas más eficientes, ni nos hace ir más rápido ni nos vuelve más ágiles. Por el contrario, nos desconecta de lo único que puede ser la vía regia a todo eso: el ahora.


Cuando conectamos con el aquí y ahora y lo que podemos hacer con él, el tiempo fluye, la atención se vuelve nuestra aliada en la resolución de problemas, los vínculos importantes se afianzan, lo que tenemos y somos se valora mucho más y, como consecuencia de todo esto, se reducen las tensiones de nuestra mente, dejando espacio para el disfrute y el placer.


Dejemos de poner el valor en lo desconocido, en un futuro que no llegó y valoremos éste y cada instante. Lo que tenemos frente a nuestras narices suele ser el tesoro en la cruz del mapa.



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