Los planes para mi vida vs. Mi vida
- Pilar Muñoz
- 17 ene 2022
- 2 Min. de lectura

Seguro que una vez en la vida al menos planificaste algo y después te salió cualquier cosa (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia).
Y es que hay algo que tenemos que lograr que nos entre en la cabeza: por más que planifiquemos, las cosas se dan a su tiempo y a su forma. El Plan es una idea, una guía y ese es el mindset ideal para abordar cualquier cosa que planifiques en la vida.
Además, no vivimos en una burbuja. Vivimos en un entorno que tiene vida, que cambia y se modifica independientemente de nuestros deseos. En ese contexto un plan sobrevive si tiene la flexibilidad suficiente como para bancarse las idas y vueltas. El problema es que a veces tratamos de forzar las cosas para que sean exactamente como estaban diagramadas en nuestra mente.
Siempre digo que cuando estamos ideando un camino debemos dejar margen para lo que se vaya presentando. Puede ser un margen de tiempo o un margen dentro de lo esperable, eso será según el caso. Lo importante acá es NO atarnos a “esto lo pensé así, entonces tiene que ser así o no sirve”. Ese chip es una bomba nuclear que detona cualquier proyecto.
Nos guste o no, es hora de aprender a dejarnos sorprender y entregarnos al proceso a sabiendas de que las cosas no van a ser tal cual las planeamos. Y ojo! no es un hippismo (tomalo como quieras), sino aprender a bailar con la realidad, siguiendo el ritmo que nos marca lo que no depende de nosotros.
Tampoco se trata de conformismo: “me tocó esto y no puedo hacer nada al respecto”. Se trata de una actitud más realista ante lo que no depende de nosotros, y con la cual se hace más fácil dejar de renegar y gastar energía que bien podemos guardar (o redireccionar) y usar cuando (o en lo que) tenga más sentido.
Si te ponías un local de servicios turísticos un mes antes de la pandemia en 2020 y esperabas que ande bien solo porque lo laburaste según lo planificado, estoy segura que la hubieses pasado mal. Aceptar que el proyecto se truncaba por el momento y poner la atención en otra cosa hubiese sido un embole pero mil veces más funcional.
Las falsas expectativas nos frustran muchísimo y nos hacen caer en emociones displacenteras y resistencias que finalmente duelen más que aceptar los cambios mismos en el plan original.
Flexibilizar los planes también tiene sus ventajas. Se supone que lo que planificamos es para tener una mejor calidad de vida, sin embargo andamos a las corridas tratando de llegar a deadlines que nadie nos puso o tomando decisiones para las que nadie nos apura. Y en ese rush es más probable tropezar y caer, cometer errores y tomar decisiones poco asertivas.
Planificá todo lo que quieras! Está perfecto! pero tené en cuenta que lo único seguro y permanente es el cambio.
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