La Salud También Duele
- Pilar Muñoz
- 6 ago 2021
- 3 Min. de lectura
Cuando tenés fiebre, vómitos o dolor de espalda ¿considerás que estás sanx o enfermx??
Déjenme reformular la pregunta. Cuando tu cuerpo activa un mecanismo de defensa, elimina toxinas o activa terminales nerviosas del dolor ¿está o no funcionando?
Creo que ya está claro para dónde voy. Cuando pasan estas cosas nuestro cuerpo está funcionando de manera saludable. Lo que nos descoloca es que tenemos por costumbre relacionar la enfermedad con algo desagradable y la salud con lo opuesto.
Te cuento un buen ejemplo de esto. Hay una enfermedad que se llama insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis (CIPA). Es una enfermedad genética que se manifiesta en la incapacidad de sentir dolor y percibir la temperatura y la falta o disminución del sudor. Es decir que si tuvieran esta enfermedad y se quebraran la tibia en una caída, seguirían corriendo a pesar del accidente, produciendo daños mayores e irreparables en su cuerpo. Sin embargo, debe ser placentero no sentir dolores jamás.
Esta asociación enfermedad=desagradable es, al menos, cuestionable. En lo personal, si ingiriera algún tipo de bebida o alimento tóxico o en mal estado, desearía que mi cuerpo lo expulse.
Tengamos en cuenta que la distinción que hacemos entre cuerpo y mente no es real sino pura y exclusivamente pedagógica, podríamos ver que el funcionamiento de uno no discrepa tanto del funcionamiento del otro. Muchas veces las formas de sanar se presentan como momentos desagradables que no querríamos recordar nunca, pero gracias a los cuales terminamos elaborando y superando aquello que nos afectaba.
Ejemplos de esto son las crisis intergeneracionales tan relevantes para el proceso de volvernos seres madurxs, independientes y con voz propia. El llanto que aparece cuando un ser querido muere o se aleja de nosotrxs y que nos deja cansadxs, doloridxs, pero incluso así, más aliviadxs. El enojo ante situaciones injustas donde alguien se pasa de la raya y debemos pornerlx en su lugar, o el estrés (eutrés) previo a un exámen importante que nos mantiene más despiertos y alertas mientras se va acercando la fecha.
Podríamos agregar muchos ejemplos más a esta lista y estoy muy segura que en este momento están pensando en alguno que vivieron en carne propia. En la caja de comentarios del final, pueden dejar esas experiencias y cómo se transformaron con el tiempo, en el “remedio” aunque el sabor era bastante feo.
Desde mi punto de vista, es vital que aprendamos a reconocer estas situaciones y distinguir cuáles de ellas son funcionales y cuáles no. La enfermedad existe. Pero no todo lo que es desagradable, es enfermedad.
La mejor distinción se basa en la funcionalidad, es decir, la utilidad. Cualquier malestar o síntoma puede ser saludable, en la medida que sirva como alerta y herramienta para solucionar lo que está pasando.
De los procesos a los cuales se enfrenta nuestra psiquis, hay muchos que son dolorosos y desagradables: crecimiento, duelos, apegos y desapegos, aceptación, frustración, cambios del cuerpo, etc.
A quién le gusta separarse de una pareja a la que todavía ama porque no se llevan bien? A quién no le duele despedir a un hijx que se va a estudiar a otro lugar, incluso sintiendo, a la vez, mucha alegría por lo mismo? A quién no le duele darse cuenta que las cosas no son como las hubiera querido?
Esos dolores son incomodidades que hacen que volvamos la mirada hacia adentro y registremos lo que pasa. Nos permiten una mayor capacidad reflexiva y la posibilidad de aprender de la situación. Pero también, en más de una ocasión, nos devuelve la necesidad de actuar sobre esa situación y generar un cambio cualitativo, llegando a un nuevo estado superador del anterior.
No estoy haciendo apología al dolor y al sufrimiento, sino intentando que de ellos salgas más fuerte, aún reconociéndote vulnerable. Que el dolor sea un camino hacia el bienestar sin generar más dolor como el que te genera el epnsamiento de “no tendría que sentirme así”.
Sería negación creer que no vas a pasar por situaciones difíciles, así que mejor aprender a encontrar el bienestar NO a pesar, sino a través de ellas.
Gracias por leerme. Me gustaría ahora leerte a vos...
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