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El Cambio No Es Inestabilidad

Por estos días me senté a revisar mis redes sociales porque venía con ganas de hacerles un refresh y una vocecita en mi cabeza me dijo “pero qué cambiante estás querida!”. Yo conozco a esa voz y sé que me trató de inestable.


Esa pequeña vocecita puede aparecer ante mil cosas diferentes y me dejó pensando. Quizás tiene que ver con muchos procesos personales por los que estoy atravesando, pero todxs estamos de una manera u otra, inmersxs en este tipo de procesos.


Cuando pensamos en cambio, muchas veces se nos viene a la cabeza la inestabilidad. Pero esto también es evolución, crecimiento, una búsqueda de identidad, despegarnos de lo viejo, de lo que ya no sirve, de lo que ya no suma.


Obvio que hay procesos patológicos que involucran al cambio y los reconocemos, sobre todo, cuando de ahí salimos heridxs, con dolor. Aunque incluso habría que evaluar eso caso a caso.


Cuando hacemos un cambio desde la salud, lo hacemos porque donde estamos sentimos incomodidad, o quizá el momento presente no nos está brindando algo que deseamos. Estamos hablando de cambios automotivados y no de cambios que la vida nos impone como puede ser una pandemia (no sé si te suena), o un despido, o la muerte de un familiar, entre otras cosas.


Es sólo la punta del iceberg. El resto está formado de motivaciones, deseos, expectativas, necesidades, creencias, emociones, ilusiones y más, que son las que nos llevan por el camino de materializarlo.


Cambiar puede dar miedo ¿y si me arrepiento? ¿y si estaba mejor antes? ¿y si me equivoco? ¿y si tomo una decisión y después me doy cuenta que quería otra cosa? ¿y si estoy arriesgando mucho? ¿y si pierdo algo?.


A lo mejor te hiciste o te hacés estas preguntas y no está mal. Es natural que surjan y que las acompañen, además, algunas emociones desagradables. La clave está en un detalle: estas preguntas no son para cerrar puertas, sino para abrirlas. A veces la pregunta nos incomoda tanto que buscamos rapidito decir que “no, no se puede, ya está”, porque de abrir esa puerta, hay todo un mundo nuevo por explorar detrás. Eso, desconocido e incierto nos vuelca primero a todo lo que puede salir mal. Pero hay toda una gama de colores en esas posibilidades que también podemos explorar.


Nos pasa, en todas las cosas, desde cosas muy pequeñas hasta las muy grandes. Cuando era chica y salíamos a comer con mi familia, recuerdo que me resultaba muy difícil variar los platos que habitualmente pedía. No arriesgaba, me iba al plato de pastas "de una" (recuerdo una semana completa en Mar del Plata cenando únicamente sorrentinos). Con el tiempo aprendí que me perdía de conocer cosas riquísimas y que en general explorar me traía más satisfacciones que “fracasos”. Esa actitud en algo tan chiquito me llevó a analizar lo que hago en otros aspectos de mi vida también y en los cuales podríamos hablar de riesgos más significativos.


Todavía me acuerdo de la ansiedad que me dio mandar mi telegrama de renuncia la última vez que trabajé en relación de dependencia. ¿Iba a poder mantenerme trabajando por mi cuenta? Tanta gente buscando laburo y yo! dejando uno estable. ¿Y si no me llamaba ni el loro? Bueno… nada, nada pero NADA de eso pasó. Fue un paso evolutivo, un gran aprendizaje y una experiencia más que se sumó a mi "Excel mental" de lo que creo que va a pasar Vs. lo que realmente pasó.


Pero a veces los procesos son más dinámicos, más rápidos en lo temporal (no hablamos de meses o años sino de días, por ejemplo). Es todo más vertiginoso y nos pone en una actitud de búsqueda constante en la cual ES TOTALMENTE VÁLIDO que no te quedes con la primera opción que aparece.


Premiamos socialmente la estabilidad y denigramos la exploración. Elevamos al que “resiste archivo” y ninguneamos al que muta.


A veces es necesario cambiar, sin importar cuánto ni en cuánto tiempo ni cuántas veces. Ese juicio no nos pertenece. Tiene que ver más con un otro que nos mira desde afuera en quien ponemos la autoridad de juzgarnos y la capacidad de evaluarnos.


Cuando nos hacemos cargo y dejamos de tirarle la pelota a los demás, (re)descubrimos nuestra valentía, coraje, curiosidad, resiliencia, respeto, escucha, aprendizaje, amor, interés, y más.


Hacernos cargo no es una elección sino que ya está dado. No hay otra persona a la que podamos delegar absolutamente nada, salvo en la fantasía.


El cambio es transformación y es inherente a la condición del SER.


¿Sentís que necesitás un cambio? Conversemos.


Compartí este artículo con quien creas que está necesitando un cambio. A lo mejor es este el empujoncito que está necesitando.


Te espero en la próxima!!


Pili.



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