Autoestima y Dinero
- Pilar Muñoz
- 18 abr 2022
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 20 abr 2022
“El dinero y la autoestima están tan íntimamente conectados, que cuando falta dinero o es difícil de conseguir, comienzas a pensar negativamente en ti mismo” (Carla Valencia, experta en desarrollo personal y creadora del sitio web La Autoestima).
El dinero es un bien simbólico, no sólo un bien de cambio. Lo simbólico apunta más a la interpretación que a su utilización práctica. Es decir, puede que tenga la posibilidad de ahorrar una parte de mis ganancias mensuales, y aunque no utilice ese dinero (lo cual en la práctica equivaldría a no tenerlo), me aporta cierta seguridad. Esta se puede traducir en tomar mayores riesgos económicos sabiendo que tengo un “colchón”, o en una mayor capacidad para conciliar el sueño por no tener esa preocupación, o en más ganas de participar de relaciones sociales ya que no necesito poner excusas para no salir porque “no tengo plata”.
El peso simbólico del dinero se puede ver más claro en su relación según el género. Históricamente el varón tomó el rol del proveedor de la pareja y descendencia. Al día de hoy, aunque tantas cosas cambiaron, gran cantidad de varones se sienten inferiores por ganar menos que sus parejas mujeres. A la inversa, muchas mujeres se sienten culpables por ganar más que sus compañeros varones, e incluso llegan a ocultar la realidad de sus ingresos “para que no se sientan mal”.
Pero también, en su aplicación práctica, puede incidir directa e indirectamente en nuestras emociones y autoconcepto. Esto lo vemos sobre todo cuando el dinero falta para lograr un objetivo puntual, que puede ir desde comprarme algo que deseo, a separarme de una persona que me maltrata.
Tampoco se trata de la ecuación “a mayor dinero, mayor felicidad”. Lo importante es que nos ayude a tener nuestras necesidades básicas satisfechas y cierto nivel de seguridad o tranquilidad a nivel personal, familiar, laboral, etc.
Abraham Maslow, conocido por la pirámide de Maslow, plantea algo en este sentido. Para sentirnos bien con nosotrxs mismxs, debemos tener cumplidas ciertas necesidades que se ubican jerárquicamente en la pirámide.
Para él, la necesidad de seguridad respecto de los recursos, el trabajo y la propiedad privada, entre otras, está antes (es decir que es un paso previo y necesario) que la necesidad de reconocimiento, en la cual ubica el autorreconocimiento, confianza respeto y éxito. Recién luego de tener medianamente satisfechas estas necesidades, podríamos acceder a la autorrealización.
Está estudiado que el nivel económico sólo afecta significativamente nuestro bienestar cuando pasamos de no cubrir las necesidades básicas, a cubrirlas. Luego de eso el efecto del dinero es circunstancial pero no modifica demasiado nuestra satisfacción vital y por ende, nuestro bienestar subjetivo.
Volviendo al tema central, los objetivos que nos fijamos a nivel financiero están íntimamente relacionados con la autoestima. En una dirección, una mayor estima personal nos habilita el derecho de, por ejemplo, solicitar un aumento, o aumentar los precios de nuestro producto/servicio, o a reclamar un puesto de mayor jerarquía. Una aclaración importante en este punto es que para eso, SOLO la autoestima no es suficiente. Hay que tener las habilidades y recursos personales que se necesitan. Pero, la autoestima nos permite reconocer esas habilidades, capacidades y recursos. Cuando está muy debilitada, podemos ser sumamente capaces a un nivel objetivo, pero subjetivamente, minimizarnos y colocarnos en un lugar de inferioridad respecto a otras personas. Esto lleva a no sentirnos merecedorxs.
En otra dirección, el dinero puede ejercer (en cuanto a su valor simbólico y no monetario) el efecto de confirmar que tenemos cierta valía. Un buen ejemplo de esto podrían ser los bonos por objetivos, o un cliente que abona un plus voluntariamente por el buen producto/servicio que le brindaste, etc. Estos eventos pueden ayudarnos a reevaluar nuestros pensamientos e incluso modificarlos.
¿Qué pasa cuando la autoestima nos juega en contra? Aparecen todo tipo de pensamientos de esos que llamamos automáticos y negativos: “nunca voy a poder lograr mis objetivos”, “es imposible salir de todas estas deudas”, “para qué voy a ahorrar si no tengo capacidad?”, “para qué subir de puesto si seguro la c…go”, “se me van a reír en la cara”, “mirá si YO voy a ser una persona valiosa”, “si no bajo los precios, nadie me va a comprar/contratar”, etc. También solemos escondernos bajo la supuesta “frivolidad” del tema y decir “es que a mí la plata no me importa”, negando que hoy por hoy es un elemento trascendental en la vida de todas las personas del planeta SIN excepción.
Muchas veces estas creencias son las responsables de nuestro estancamiento. Con ese tipo de diálogo interno es probable que tomemos pocos riesgos, que no nos atrevamos a asumir mayores responsabilidades, que no nos mostremos ante los demás como las personas capaces que somos y contando.
También puede ser que no estemos realmente estancadxs pero que nuestra interpretación, debido al tipo de diálogo que manejamos, sea esa. Entonces hay logros, hay avances, hay movimiento pero no somos capaces de ver que es por nuestras capacidades, sino que lo atribuimos a cuestiones externas: “es que mi jefx es muy generosx”, “no sé por qué me pusieron a mí si X está más capacitadx”, “lo hice bien porque era fácil”, “eso lo hace cualquiera con dos dedos de frente”.
Como siempre digo, las creencias no están solas, arrastran sus consecuencias o causas -es el huevo o la gallina. Me refiero a las emociones y a la conductas. Este tipo de pensamientos puede generar mucho malestar llegando incluso a episodios de ansiedad y depresión, que nos llevan a tomar decisiones basadas en el malestar en lugar de en la información más racional y objetiva. Si, hay que escuchar nuestras emociones, pero también hay que aprender a trabajarlas y moderarlas, sobre todo si provienen de una fuente interna irracional (ej.: creerme incapaz si realmente poseo las capacidades).
A quienes les interese este tema también desde el lado del dinero, les recomiendo que sigan a Sabri Castelli de @mujer_financiera. Tiene posteos en sus redes y artículos en su blog que hablan del síndrome del impostor y cómo éste influye en nuestras finanzas (Ojalá Sabri estés leyendo este artículo y nos puedas aportar desde tu sabiduría ancestral ☺️).
Es decir que nuestro nivel de autoestima no solo repercute en la realidad sino en lo que interpretamos de ella.
Está clarísimo que no podemos reducir la autoestima a una mera cuestión de dinero, que el dinero NO determina nuestro valor y que las variables que se atraviesan son miles, pero sí es importante dimensionar hasta qué lugares recónditos (y no tanto) puede incidir ese amor propio, o su falta, en nuestra vida. Hoy hablamos de plata, pero podemos cambiar las variables a cuerpo, vínculos en general, pareja, creencias, decisiones vitales, emociones, introversión/extraversión y mucho más.
Sé que el dinero es un tema más tabú que el sexo, y espero haber sido todo lo clara y respetuosa que se puede para abordarlo. No pretendo que sea exhaustivo, pero sí hacer un aporte desde mi humilde lugar.
Me gustaría saber qué se movió en ustedes con todo esto! A mí, es un tema que me apasiona y me gustaría seguir compartiendo info relacionada.
Lxs leo!

Comments